Giovanni Colasante es un italiano que este verano en su viaje de vacaciones por Suecia tuvo la ocurrencia de corregir la conducta irascible de su hijo de doce años con un par de cachetes, tortas o similar. Nada de maltratos o fuertes bofetadas continuas o habituales. El caso es que el suceso fue presenciado por un ciudadano que lo denuncia ante la justicia la cual lo condena a tres días de arresto . Hasta aquí los hechos.
No creo que tortas , bofetadas o similar contribuyan mucho al desarrollo educativo o a los avances de la pedagogía. Que quede claro. Pero ello no quitará para que pueda hacer unas reflexiones al respecto.
Cualquiera que viva el mundo educativo conoce las teorías de Rich Harris la cual opina que la conducta de los adolescentes está fuertemente motivada por los genes (herencia) y por el grupo de iguales (amigos, pandilla) dejando los factores educativos externos como en un segundo plano. ¡Cualquiera le lleva la contraria a esta autoridad en la materia ¡. Las teorías pedagógicas son importantes pero, en ciertas ocasiones se deben tomar decisiones educativas que, siendo incluso antipedagógicas son imprescindibles para el correcto desarrollo de los educandos. Entre estas decisiones están, a mi juicio , las que hay que tomar con un niño que se pone “burro” en medio de la calle o en cualquier sitio donde hay “público” ( ¡anda que no son listos!) y por la fuerza frustrar sus rabietas. Se trata de momentos desde luego desagradables tanto para unos como para otros, del hijo reducido por la fuerza y del padre que ha tenido que recurrir a ella, pero ello está dentro de las normas del juego. Cualquier sociedad, democrática por supuesto, si quiere ser justa aplica la fuerza cuando se vulneran las leyes , una fuerza proporcionada al hecho vulnerado y agotado antes otros recursos o medidas.
No me imagino al tal Giovanni ni a cualquier otro padre soltándole al hijo en plena calle una conferencia sobre el buen comportamiento cuando se ha puesto terco y “la monta”, por lo que creo que quizás una buena torta a tiempo está más que justificada , pero en Suecia país que hace mas de 35 años que penalizó estas prácticas un italiano sureño está del todo descolocado. Por cierto , aquí en España desde hace cuatro años también está penalizado con una ley que sería la “ envidia” sueca. Es que aquí o no llegamos o nos pasamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario